domingo, 19 de julio de 2009

lunes, 13 de julio de 2009

COMIC.AR


El regreso de las historietas ... Dejemos que nos conquisten ...

Lunes, 13 de Julio de 2009 / Página 12

Ahora los cuadritos tienen su diario

“Queremos ampliar los márgenes”, señala uno de los responsables de una publicación que busca cubrir un hueco importante en la difusión del “noveno arte” y que, más que competir con Fierro, se define como una suerte de espacio complementario.

Tomás Coggiola vio un espacio en los puestos de diarios y se lanzó a conquistarlo. Levó las anclas de una idea y creó Comic.ar, el periódico de historietas, cuyo segundo número ya se encuentra en los kioscos. Como todo capitán excelso, necesitó de una tripulación de dibujantes y guionistas para tal aventura: Quique Alcatena, Sergio Ibáñez, Armando Fernández, Eduardo Maicas, Marcelo Basile, Claudio Kappel, Elmer, Silvestre Szilagyi, Löwy, Rafael Curci, Diego Greco y Alejo Valdearena se calzaron entonces los uniformes de marineros. ¿El objetivo? Conquistar ese público dormido desde los ’80, más precisamente desde la de-saparición de Columba, la editorial que supo inmortalizar a El Tony, D’Artagnan y Nippur de Lagash, entre tantos títulos. Más atrás, aunque fundantes, quedaron los cuadritos de Hora Cero, poblados por los inolvidables “Sargento Kirk”, “Ernie Pike” y “El Eternauta”, tres obras guionadas por el maestro Héctor Germán Oesterheld; “Mafalda”, de Quino; “Inodoro Pereyra” y “Boogie, el aceitoso”, de Roberto Fontanarrosa, y la lista sigue. Distanciándose de la revista Fierro en concepto y potenciales destinatarios, Comic.ar brinda un arsenal de tiras y chistes mensuales que retoman la mística del héroe nativo, el humor gráfico y el suspenso de la historia continuada. “Si bien el primero que la va a leer es el fan de los comics, está hecho para que cualquiera pueda acceder a estas historietas. Y esto va en función de difundir el ‘noveno arte’: en lugar de achicarnos como profesionales y laburar sólo para los que son del palo, queremos ampliar los márgenes”, explica Coggiola, acompañado por Ibáñez, Basile y Kappel durante la charla con Página/12.

De buenas a primeras, desde el material el fin está logrado. Impresa en formato tabloide, que la aproxima aún más a lo que usualmente se busca en las contratapas de los diarios y, desde hace unos años, en el soporte virtual que ofrecen los blogs 2.0, la publicación es de fácil agasajo. Y la variedad es la nota sobresaliente: Alcatena –que aquí es su propio guionista– les da vida a “Dugong y Manatí”, un par de lobos marinos que caminan en pantalones; Fernández e Ibáñez reformulan la tradición de Oesterheld con “Nahuel Puma”, un joven que aparece en una Buenos Aires desolada; Valdearena y Greco se alejan de la juvenil “4 segundos” en pos de una historia más ATP: “Alienígena”, que antes de llegar al papel había recalado en el sitio web de sus creadores; “Nacho Paparazzo”, de Nápoli y Basile, retrata la cotidianidad de un reportero gráfico que se las da de banana; y “El exhumador”, de Curci y Fernando Centurión, relata en episodios el quehacer de un empleado de cementerio que tiene el poder de revivir a los fiambres por un rato. Incluso, el segundo número de Comic.ar (re)introduce a Mikilo, personaje cuasi mitológico creado por Rafael Curci, Coggiola y Basile hacia fines de los ’90.

En cuanto al humor, la oferta no es menos abundante. “Tamaño familiar”, de Kappel, condensa la acidez de Quino y la frescura de Sendra; y “Humor diario”, con guión de Claudio e ilustraciones de Elmer, repite la fórmula desde la perspectiva del vendedor de un puesto de diarios y revistas. También hay chistes de variadas temáticas (en el último ejemplar, centrados en “La gripe porcina”, en una tipografía que produce escalofríos) a cargo de Löwy, Ibáñez, Herni y Maicas. “Es muy importante que una publicación retome el humor gráfico, porque desde que cerró Ediciones De La Urraca en el ’99 y dejaron de salir Humor y SexHumor, no volvieron a surgir publicaciones de ese tipo. Hubo algunos intentos, pero duraron poco”, se lamenta Kappel. La cereza de Comic.ar la pone Andrés Valenzuela, periodista de Página/12 y creador de “Cuadritos” (www.avcomics.wordpress.com), con “El ojo de la historieta”, sección dedicada a entrevistas y novedades del mundo de las viñetas.

Es que la línea editorial de la revista permite que haya casi de todo, en cuanto se refiera a historietas, claro. Coggiola comparte la receta: “Buenos personajes, planteos e historias. Salir del planteo fácil de la historia archiconocida de un tipo que vuela con una capa azul, en lugar de roja. Salir de los esquemas y generar algo nuevo que la gente sienta como propio”. Y como la oferta en los kioscos está limitada a un puñado de publicaciones independientes, a los muchachos les basta con distanciarse de la Fierro: “Una y otra revista no compiten, más bien se complementan”, analiza Basile. E Ibáñez lo secunda: “Lo de Fierro es más experimental y el que recibe la revista está dispuesto a eso. A medida que esto siga, aquél que vaya en busca de Comic.ar va a encontrar la continuidad de una historia que ya leyó, una historia entretenida y que se lee fácilmente, pero no una propuesta artística desde lo visual”. De hecho, coinciden en que “sería muy raro que alguno de nosotros participe en la Fierro o alguno de los que dibujan o hacen guiones en esa revista participe en Comic.ar. Son dos cosas distintas”.

–¿Por qué creen que desde los ’80 no hubo grandes editoriales que apostaran a proyectos de historietas, como lo había hecho Columba y Ediciones Record, que publicaba la revista Skorpio?

Sergio Ibáñez: –Columba era una editorial que en 1978 llegó a vender un millón de ejemplares por mes, de todos los títulos que tenía. Eso generaba un hábito en mucha gente, de ir a buscar historietas. Cuando Columba desapareció, la gente que no la encontró en los kioscos no fue más.

Marcelo Basile: –Quedó un vacío muy importante. Se dieron un montón de intentos que no pasaron los tres números, porque eran iniciativas sin resto, editoriales que cayeron porque no se supieron manejar. En el mercado italiano, la editorial más grande tiene 70 años y tiene personajes que salen desde 1940 y que venden cientos de miles de ejemplares.

Tomás Coggiola: –Además, en Argentina la economía fue crucial. Durante la convertibilidad, traer un Superman extranjero te salía más barato que producirlo acá. En ese entonces, editábamos Mikilo y competíamos palmo a palmo con una historieta yanqui hecha a todo trapo. Hoy por lo menos existe competencia en el precio (Comic.ar se vende a $ 4,90), porque traer una historieta de afuera sale más caro. Lo que no entiendo es por qué nadie tomó la posta para reinventar la historieta. Hay un mercado potencial, una cantidad de lectores que buscan comics. Para subsanar esa merma, los entrevistados ofrecen, además de su propuesta, una observación esperanzadora: ahora los que se multiplican de forma diametralmente opuesta a la oferta editorial son los dibujantes –no tanto los guionistas–.

Si bien el formato de Comic.ar nació junto con la idea primigenia, el director cuenta que no fue así con el slogan. “El año pasado homenajearon a Mikilo como uno de los personajes seguidores del legado de Oesterheld. Fue una muestra que realizó el Banco Provincia. Uno de los que estuvieron a cargo fue el actor Rubén Stella. Cuando lo vi, fui a presentarle el proyecto y lo primero que me dijo es que no lo llame ‘comic’ sino ‘historieta’”, reseña Tomás. “¡Tuve que esconder la revista, porque la marca es Comic.ar! Me quedé mirándolo y pensando: ¡qué cagada!”, ríe ahora. De allí que añadieran “El periódico de historietas” debajo del título de la tapa, “jugando con que tiene ese formato y con la intención de incorporar la palabra ‘historieta’ porque, es cierto, el término ‘comic’ es foráneo”, concede aún risueño. “Pasa que los que trabajamos en esto hace años nos habituamos a decirle así”, contempla Basile.

Con la segunda tirada de la revista en la calle y apostando a la constancia y la difusión, los historietistas no pierden la confianza para cautivar a un público creciente. “Queremos lograr que se apasionen con la historieta, que era lo que nos pasaba antes. Yo leía Nippur de Lagash y me quedaba esperando el siguiente número. Lo mismo, si leía Mafalda. Creo que eso es lo que tienen las buenas historias”, sella Coggiola y le extiende unos ejemplares de la publicación al cronista. Entonces, cesan las preguntas. Sólo se escucha el pasar de las hojas. Y las risas.

Entrevista: Facundo Gari.


martes, 7 de julio de 2009

Richard Estes







En el Museo Thyssen de Madrid del 19 de junio del 2007 al 16 de septiembre del 2007 se realizó una exposición interesante de uno de los maestros del fotorealismo, Richard Estes. En medio de la exposición, rescatamos un simple diálogo entre EL maestro y el aprendiz:

-¿Richard Estes será un fotógrafo?, pues si es así capta muy lindas imágenes.

-Estimado compañero, lamento tener que comunicarle que NO es un fotógrafo!
E
s conocido como uno de los fundadores del movimiento pictórico fotorrealista que nació en los Estados Unidos a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta del pasado siglo.

-No puede ser! Qué trazo, qué técnica, qué perspectiva, QUÉ MARAVILLA!
Cuéntame más!

-Lo interesante es que Estes nunca se limita a calcar una proyección fotográfica, sino que construye una verdadera composición pictórica utilizando diversas tomas fotográficas como materiales auxiliares, pero acudiendo al mismo tiempo al dibujo, la perspectiva o el estudio de la luz.

-Háblame un poco más... Solo se limita a las grandes Ciudades?

-Pues, aunque Estes haya pintado paisajes de la naturaleza, es ante todo un pintor de ciudades: Chicago, París, Venecia, San Francisco, Praga, Barcelona, Londres, Córdoba, Florencia… y especialmente Nueva York, la urbe a la que ha dedicado una atención más temprana y más prolongada.
Manhattan constituye la matriz de todas las ciudades que Estes ha pintado, como Central Park es el modelo de todos sus paisajes campestres, y la Bahía de Nueva York engendra todas sus vistas acuáticas, desde el Gran Canal hasta el Mar de Mármara.

-Uh si mira, aquí en el catálogo dice:


"En las vistas de ciudades de Richard Estes hay infinidad de signos que nos hablan de un tiempo y un lugar: los modelos de automóviles, las vallas publicitarias, los escaparates, hasta la ropa que visten los peatones. Pero más allá de ese componente efímero, la ciudad, cada ciudad, se despliega en la obra de Estes como un cristal, como una estructura cristalina que tiene infinitas facetas y que reaparece siempre idéntica y siempre cambiante."


-Así es alumno!


Si vemos más hallá de lo abstracto podemos afirmar que el realismo de Estes no es una reproducción pasiva de lo que vemos, sino más bien un cuestionamiento de lo visible. Ése es el sentido del uso casi obsesivo de los reflejos. Desde que en 1967 pintó el edificio Flatiron reflejado en la chapa de un automóvil, los reflejos aparecen por doquier en la obra de Estes: en la carrocería de los coches y los autobuses, en los cristales de los escaparates, en el agua. Estas superficies reflectantes no son lisas y uniformes; están llenas de olas y remolinos que alteran y deforman lo que se refleja en ellas. Al desplegarse sobre estas superficies, los objetos reales se convierten en monstruos fantásticos e irreconocibles, como los desnudos femeninos en las fotografías de André Kertesz. A veces, nuestra única percepción del mundo real en la pintura de Estes se da a través del reflejo, y en él, el mundo aparece invertido, fragmentado y distorsionado.”




*Biografía:

http://www.graficacolectiva.org/2009/02/16/hiperrealistas-ii-richard-estes/